Siglo XII, El magnífico rey Ricardo II ha gobernado unas viejas tierras verdes durante muchos años. Creando un gobierno en el cual se gozaba de libertad, paz y tranquilidad fue amado alguna vez por los aldeanos y súbditos. Sin embargo en un oscuro día, el adorado y amable rey se volvió un temible ser. Un hombre despiadado, sin piedad y con rencores fue cegado por la ambición de crear un reino aún más poderoso, rico y con un gran ejército. Muchos murieron en el transcurso de sus ideales, otros por querer rebelarse y otros porque no tenían nada que ver en sus planes y quisieron ponerle un alto, como su consejero y hermano.
Gracias a esto la corrupción, temor, y paranoia se cosecharon a partir de sus acciones sin conciencia. Muchos de los hombres que se decían eran los más nobles y fieles, le dieron la espalda. Algunos pocos salieron vivos y otros no fueron muy afortunados.
Han pasado algunos años, las cosas se han calmado y el rey se ha retirado de sus tierras dejando a su más fiel súbdito quien le ha seguido desde que heredó el trono.
En las praderas al final de la gran colina en la que descansa el reino se encuentra una pequeña aldea en la cual se han refugiado los exiliados del reino pero sin embargo son quienes el rey ha podido perdonar ya que eran distinguidos ciudadanos. Una pequeña familia, famosa por ser la más fiel al rey antes de que se volviera avaricioso, es en quienes confían ahora los pocos aldeanos que quedan, sin embargo, el padre ha envejecido, la madre se encuentra enferma y una de las dos hermanas que quedan es la que se encuentra más fuerte físicamente. Gracias a la ayuda brindada al pueblo gana un poco de dinero, con él compra medicinas y comida para su familia. Su hermana menor, Saraid, es un poco débil físicamente por lo que se encarga de tareas pequeñas sin mucho esfuerzo.
Cierto día cuando Maebh, la hermana mayor, hacía uno de sus encargos fue emboscada por la guardia del rey y malentendieron sus actos. Pensando que había robado al reino éstos caballeros a caballo fueron tras ella con el fin de juzgarla por hurtar propiedad del rey, cosa que era falsa. A pesar de las palabras de la chica por querer abrirle los ojos, nada funcionó. Fue así que, viendo al primer corcel que estuviera enfrente, se hizo a la fuga.
Sin embargo aquel corcel mantenía un secreto, llevaba consigo un importante y extraño objeto entre las cosas que cargaba. El hombre dueño del corcel se trataba de un importante caballero que había ido de visita al reino y que, por descuido suyo, ahora había perdido a su fiel pero desobediente corcel. Temiendo lo que pudiese pasar a aquel que le quisiera dar una orden a su rebelde corcel, el caballero se puso en marcha y, aprovechando su buena condición física fue tras la escolta real. Una armadura plateada, reluciente ante los rayos del sol, cubría y vestía al joven caballero quien no había dado a conocer su rostro, llevaba un casco plateado parte de su armadura en su cabeza. Al darse cuenta que sus piernas no eran lo suficientemente rápidas como para pasar a toda la escolta real y más aún alcanzar a quien había robado su corcel, optó por pedirle ayuda a algún soldado pero algo le impedía hacerlo. Era mudo. Preocupado, angustiado y ansioso el caballero no tuvo de otra más que robar aunque fuese un burro para poder aumentar su velocidad y alcance. Mientras tanto la joven pelirroja seguía cabalgando con suma rapidez, e incluso estaba algo sorprendida ya que se sentía a gusto con el corcel y sentía algo muy extraño. Se dejó llevar por el momento, olvidándose de aquellos hombres y prestando su atención en el hermoso corcel quien seguía sin detenerse y fue cuando, al escuchar una voz provenir de su espalda despertó de su embriaguez y dio un vistazo hacia atrás, verificando que no había nadie, el caballo había cesado su cabalgata y ahora trotaba con calma. –
Quién… ¿quién es?-dijo con voz temerosa y temblorosa mirando nerviosa a su alrededor. No veía a nadie, salvo el oscuro pasaje que ahora se abría a su espalda. –
Te está siguiendo el ejército del rey… ¿crees que lograrás salir con vida, mujer?- Resonó una voz masculina de alguna parte incierta. Esto asustó aún más a la joven quien en ningún momento pensó en bajarse del corcel. Y entonces, por algún desvarío, miró una de las bolsas que cargaba el caballo. –
Parece que me encontraste y que yo te encontré- ahora sabía de dónde provenía aquella voz-
La… ¿maleta?... – sus manos temblorosas se acercaron lentamente al enorme bolso de cuero café del cual provenía la voz-
¿serías tan amable de sacarme de aquí? Necesito ver dónde estamos y necesito encontrar algo. Sólo… prométeme que no te asustarás, ¿si?- se escuchó. La joven se confundió. -
¿Qué eres…?- preguntó juntando sus manos. El corcel se había detenido a la orilla de un río del cual comenzó a beber tranquilamente-
Antes… ¿cómo es posible que hayas podido cabalgar a ese caballo tan rebelde y salir ilesa?... Dime ¿Lo hechizaste o algo?- se escuchó de nuevo-
¿Eh?... No entiendo… ¿Qué quieres decir...? Yo… no soy una bruja, hechicera mucho menos…-dijo la joven bajando del corcel. –
Genial… ahora hablo naturalmente con una bolsa de cuero…-pensó bufando y cruzando sus brazos-
Ahora… ¿cómo se que no saldrá una serpiente o algún animal salvaje de ahí?-cuestionó al bolso-
eh… pues… piénsalo, de ser así ya te hubiera atacado ¿no crees?- esto hizo pensar a la muchacha unos segundos pero no se sintió tranquila.-
Ciertamente…pero aún así- ¡Sácame de este bolso por favor!, hace calor, y estoy algo mareado por tanto alboroto- interrumpió aquella voz. –
E… ¡Está bien! Tch..- y así fue, la joven, con algo de desconfianza se acercó al bolso con manos temblorosas y apenas tomó el extremo que abriría el bolso un extraño sentimiento le invadió. Una extraña confianza le hizo dejar de temblar y dudar y abrir la bolsa, sin embargo, al ver lo que había dentro su rostro se empalideció y retrocedió un poco. Al introducir sus manos y tomar aquello que le había estado hablando, no pudo evitar soltar un grito seco, histérico y lleno de horror. Una cabeza. Una cabeza empalidecida, de ojos pequeños, cabellos negros largos y lacios era lo que le había estado hablando durante todo el camino. La chica calló inconsciente en el césped y el corcel comenzó a mascar el cabello de la cabeza-
¡Déjame! ¡No te comas el cabello de tu dueño, corcel idiota! –Se quejaba la cabeza- Y
ahora… Sólo queda esperar…-dijo mirando de lado a la chica- ¡
Deja de comerte mi cabello!-gritó nuevamente histérico.
Algunos minutos más tarde aquel soldado de armadura plateada llegó cansado, agitado a donde estaba el corcel, la cabeza y la muchacha todavía inconsciente. La cabeza suspiró con alivio.-
Mira dónde fuimos a dar por tu descuido, cuerpo idiota, ahora, si fueras tan amable quítame del hocico de este caballo impertinente- El cuerpo flojeó rendido y recogió la cabeza y se dirigió hacia la muchacha.-
Parece que es de estos lares… pero me impresiona de que haya podido controlar al estúpido corcel…- decía mientras el corcel seguía mascando su cabello.-
¡¡Déjame!!
Pleno atardecer, el cielo se empezaba a teñir de formidables degradados de colores cálidos que le decoraban como si de un lienzo se tratara, un lienzo infinito e inalcanzable, un lienzo tan vasto que los colores que podrían teñirse eran demasiados y nunca eran los mismos.
Se podía escuchar el fluir del río, la canción que emitían los enormes árboles frondosos y verdes armonizaban perfectamente con el trinar de las aves. A lo lejos, en lo profundo del espeso bosque se podían escuchar unas gaitas y unos tambores. Parecía una especie de festival, se escuchaba el murmullo de las personas, al parecer una multitud.
Una multitud que acompañaba por detrás al Rey Ricardo que regresaba acompañado de sus soldados, llegaba victorioso y lleno de gusto. Al parecer habían dado la aprobación de algunos negocios con algún reino aliado.
Mientras, regresando al cantar de los árboles y del río, la escena no ha cambiado. El cuerpo del soldado ahora se encontraba sentado en una roca, con su cabeza en el regazo, parecía dormir al igual que la chica que estaba tendida aún en el suelo. Pero, si se veía al fondo, hacia la orilla del río se podría ver una escena un tanto… extraña… el negro corcel, de larga crin se encontraba sentado, durmiendo igualmente, al parecer estaba bien entrenado, pero seguía siendo rebelde.
El lugar estaba en silencio, emitía tranquilidad y serenidad, pero esa sensación se terminaría pronto ante la llegada de otra persona. Un joven, alto, fornido, y con aparente buena condición física, se acercó a la joven. Sus ojos verdes que se asomaban entre las ranuras de su casco plateado, similar al del otro hombre sin cabeza, se fijaban en los presentes. Sus vestimentas oscuras se movían ligeramente con el viento y su espada, colgada en su cintura, hacía ruido con cada paso que daba al igual que pasos metálicos provocados por sus botines de metal.
El joven se acercó al jinete sin cabeza y posó una mano sobre su hombro meciéndolo levemente-
Abban… Abban… ¡Abban!-llamó tres veces tratando de despertarle. –
Tú, idiota descabezado, ¡Despierta!- gritó provocando que la cabeza despertara de golpe y alarmado al igual que su cuerpo quien se movía alarmante.-
Qué… ¿qué pasa? Ah…tu… ¿qué haces aquí?...-preguntó ya tranquilo al ver al joven. -¿
Qué qué hago aquí, dices? Te recuerdo que debíamos escoltar al rey en su regreso. No te presentaste.- la cabeza se petrificó, y abrió sus ojos tanto como le fue posible. Lo había olvidado, había olvidado la razón de su presencia ahí en el reino…- ¡
Demonios! Todo por culpa de… Oh, la chica…-dijo recordando a la joven, al voltear, suspiró verificando que seguía ahí-
¿Quién es…? ¿Tu prisionera?-preguntó el joven-
Ah… no, no sé ni su nombre, parece que es de a aldea o algún lugar cercano… se trajo desde el reino hasta aquí a ese caballo idiota…- iba a terminar la frase pero fue interrumpido por la reacción del joven-
¿¡Qué?! E…e… Esa mocosa… ¿cabalgó a tu corcel? Eso… me dijiste que no era posible, ni tú puedes hacerlo bien.-dijo un poco alterado y sorprendido.-
¡Oye!... pero sí, pudo cabalgarlo… está ilesa que es lo más sorprendente… en cuanto vio mi cabeza se desmayó y no ha despertado…-dijo mirando a la chica-
Y… ¿Qué crees que haga al ver tu cuerpo con su cabeza en el regazo, Abban?- La cabeza parpadeó, no había pensado en eso. No en ese momento, pero al parecer era demasiado tarde, la joven comenzó a moverse y sus ojos parecían que se iban a abrir. El cuerpo tomó fuertemente del brazo al joven y lo jalaron-
Tadhg finge ser yo-dijo causando la molestia del chico, pero no tenía opción, la joven se estaba levantando con la mano en el rostro.-
“Maldito Abban…”-pensó el joven al ver que el otro huía junto con su cuerpo en lo profundo del bosque-
Parece que ya has despertado…-dijo el joven sentándose en la piedra mirando al frente. La joven se sorprendió, se exaltó al recordar lo que había sucedido y su rostro volvió a empalidecerse. –
T…Tu… e… eres el… dueño…- tartamudeaba, su mano, que señalaba al joven, temblaba.-
¿Del cuerpo y el caballo? Sí… ¿cómo te llamas?, por tu ropa parece que eres de por aquí. – se levantó y se le acercó para tenderle su mano diestra y así esperar a que aquella la tomara para levantarse pero sólo le miraba helada. -
¿Porqué huías de la escolta del rey? - dijo resignándose bajando su mano al costado-
Eh… ¡humpf! Los muy idiotas pensaron que había robado unas cosas… de las cuales me tuve que deshacer y huir… ahora… tendré que regresar a casa con las manos vacías…Tu no pareces ser de la escolta del rey…mucho menos que seas de por aquí, nunca antes te había visto… ¿Qué eres?...-comenzaba a abrirse un poco. Seguía sentada mirando atenta a lo que podría ser la cabeza del hombre-
Eh… no, no soy la escolta de su rey… soy… soy un Dullahan, seguro has oído acerca de nosotros…-dijo posando sus manos en su cintura. -
¿¡Dullahan!? Debes estar mintiendo… Los…los…-una sonrisa apareció en su rostro, una extraña sonrisa y se levantó deprisa y sujetó sus manos-
En… ¿¡Entonces las historias son ciertas?!-dijo emocionada-
¿Eh…? ¿Historias…? ¿Cómo es que ahora no estás asustada, si hasta hace un momento me temías?- dijo el joven retrocediendo un poco-
Ah… ¿cómo reaccionarías tu en mi lugar, si de repente alguien te hablara y te pidiera que lo sacases de un bolso? ¡¿Eh?!- La chica le soltó y se aproximó a la orilla pasando a un lado del durmiente corcel-
…Y sobretodo… ¿qué quisiste decir sobre eso… de que nadie podía montar a este caballo?-dijo señalando al corcel y mirando al joven. El joven suspiró pesadamente, se había desesperado un poco. Levantó sus manos, tomó su casco y antes de quitárselo una flecha se clavó repentinamente en el árbol frente al corcel durmiente, quien al sentir el peligro se despertó con un relinchido lleno de histeria. Abban, quien se encontraba algo lejos llegó corriendo con cabeza en mano hasta donde estaban los otros dos, antes de que la chica pudiera reaccionar y con sólo un vistazo por parte del joven a la flecha, comprendió que tenían que marcharse. Tomó rápidamente a la chica del brazo y la jaló pasando a un lado del verdadero Dullahan quien trataba de calmar a su corcel y montarse sobre él. No entendía ¿Dos Dullahan? Y esa flecha ¿de quién era? ¿De quién huían ahora? Los momentos pasaban lentos hasta el momento en el que fue levantada y montada sobre otro corcel negro detrás del joven. Fue en ese momento que reaccionó-
E… ¡Espera! ¿¡Porqué o de quién huimos!?-decía mientras se aferraba al joven- S
ólo sujétate, no hay tiempo para explicar-dijo con voz ronca. –
¡Tadhg! ¡Son ellos! ¡Ya sabes que hacer!- dijo el Dullahan desde atrás, tomó las riendas de su corcel y las haló hacia su derecha hacia donde se dirigió, mientras que el joven, de nombre Tadhg, lo hizo hacia la izquierda. Metiéndose entre los árboles del bosque, no tuvo más opción que agacharse e inclinarse hacia delante para evitar las ramas, sin embargo, olvido a su acompañante y un golpe seco, ante la primera rama, le hizo detenerse y mirar hacia atrás. –
I…imposible…- el joven miró rápidamente a sus alrededores y bajó del corcel para levantar a la joven nuevamente inconsciente.
Pasaron largos minutos, cuando se oscureció por completo el joven cesó el trotar de su caballo para pasar a pisadas más tranquilas, parece que había perdido a sus enemigos, pero la chica parecía que se había dado un buen golpe. Cosa que le fastidió un poco y decidió bajarla y bajarse él también para descansar un poco. Estaba cansado, tanto él como su caballo, no había dormido, había tenido un viaje muy largo y algunas peleas previas. Dejó a la chica recargada con un tronco de un árbol cercano y amarró a su caballo a otro tronco cercano. De sus mochilas tomó una cantimplora llena de agua y humedeció una franela para mojarse el rostro, no sin antes quitarse su casco y dejar caer sus cabellos medianamente largos de un color azul cenizo. Soltó un bostezo largo y un suspiro al final. Miró hacia la dirección por la cual había llegado, pensando en su compañero y amigo. Negó con la cabeza y se dio la vuelta. Dejó sus cosas en la mochila y se aproximó hacia un árbol. Hacer una fogata en esos momentos era mala idea por lo que optó por sentarse y recargarse para cruzar sus brazos, cerrar los ojos y dormir un poco. No le pasaba por la cabeza que la chica fuese peligrosa pero, por si acaso, estaría alerta al igual que su caballo.
No pasaron ni veinte minutos cuando llegó el Dullahan agitado y cansado a donde estaban los demás, gracias a la visión que posee la cabeza pudieron dar con ellos sin problemas y más por la luz que emitía. Al igual que el chico el Dullahan amarró su caballo a un tronco cercano, se quitó su capa y su armadura para “respirar”. El cuerpo se dejó caer sentado en la tierra y dejó a la cabeza a un lado.- ¿
Si eran ellos?-dijo tranquilo el joven que estaba despierto mas estaba algo cansado por lo que se quedó en la misma posición sin abrir sus ojos.-
No… eran los demás ya sabes cómo es Ruadhrí de distraído y manos resbalosas- dijo mientras se tendía en la tierra dejando que su columna se acomodara y estirando sus brazos.-
Pero esa flecha…-musitó el joven interrumpiéndose con un bostezo-
Igual… la robó, sabes que es como su trofeo… ¿ se quedó dormida?- dijo viendo a la chica-
No… se dio en la cabeza con una rama al estar escapando… sólo se desmayó- dijo con suma indiferencia haciendo que el otro se levantara un poco preocupado-
Y ¿no la revisaste? ¿Qué tal si tiene una mala herida?- dijo preocupado-
No lo creo… calló en el césped… blandito… ya sabes, amortiguó el golpe. – El caballero se levantó, tomó un pedazo de tela de su bolso y sacó una cantimplora para humedecerlo y ponerlo en la frente de la chica quien se movió un poco. -
Tienes razón…parece que está bien… mañana tenemos que regresarla a su casa. Dudo que sepa dónde está…- dijo poniendo sus brazos en su cintura-
Tadhg… ¿Tadhg…? Chi… se quedó dormido… ¡Bien! Será mejor que yo también lo haga.Notas de Autor:
Tal vez contenga algunos errores, tal vez sea corto, pero falta inspiración XD
Bueno pues aquí el primer capitulo " Der Anfang; Finde Ich Beginnt Jetzt"
Sé que son cortos, pero así pienso hacerlos por ahora. En fin, cualquier duda que tengan son libres de preguntar o3o~.