Se encontraba con su maestro en un barco de camino a la Orden. Estaba muy nerviosa y emocionada, aunque solo lo mostravan sus ojos, pues su expresión, como siempre era vastante seria.
La verdad es, que iba a echar de menos las peleillas con su maestro, las noches en vela por sus sueños de peleas, aquellos entrenamientos ... aunque siempre se quejaba de aquel hombre, en realidad lo apreciaba mucho. Llegaron a puerto. Encima, se allaba la Orden, un grán edificio, impresionante. Abrió los ojos y la boca, sin sonrreir.
-Aqui te quedassss. Yo ya me voy, tengo cosssasss que haccer. Ssssuerte-Dijo su meastro y se dió la vuelta.
-Maestro-Dijo. Sokaro paró en seco. Vanella se tiró a abrazrlo-Gracias. Te hecharé de menos-Dijo, sin el minimo cambio en su cara, pero una lagrima nació en sus ojos.
-Bahh... dije que me tengo que ir. Adiossss, chiquilla-Dijo y subió al barco. Vanella sabia que en el fondo estaba triste, asique se acercó a las puertas de la Orden. Con sus pupilas temblando de emoción y corriendo, a medio camino a la puerta, un monton de golems se el hecharon encima, dijendo imágenes en la cámara donde la observavan. Lledó a la puerta. Viendo que no ocurria nada, decidió hablar.
-Hola. Soy Vanella Marie Coldesse Fiore. Vine con mi maestro Sokaro, pero ha tenido que marcharse-Dijo y esperó a lo que sucederia a continuación.